Uno de mis grandes hobbies siempre ha sido el ajedrez. Aunque tengo que reconocer que de pequeño jugaba mucho más que ahora, lo cierto es que sigue siendo un juego que me apasiona y con el que me puedo pasar mucho, mucho rato sin darme cuenta.
La noticia del día – y posiblemente del año para el ajedrez – es la muerte en Islandia de Bobby Fischer, gran figura mundial de ajedrez de los años 70 y que durante mucho años estuvo en paradero desconocido después de la orden de busca y captura emitida por el gobierno de Estados Unidos.
Siempre me fascinó su vida llena de sombras y sospechas, e incluso llegué a leer un par de libros sobre su carrera y victorias. Era lo que se dice un tipo especial y raro al mismo tiempo.
¿Tambien nosotros debemos morir para adquirir alguna valía ante los ojos del mundo?
¿Tambien debemos ausentarnos definitivamente para que haya algun sentimiento de pérdida si no salimos a la palestra pública?
Bobby Fischer es al ajedrez como Einstein a la Física, más que un icono, un simbolo o un gran sujeto….es la consolidadción de expectativas políticas y sociales…es un hito irreptible para el deporte de los escaques.
PARA QUIENES HEMOS PASADO BUENA PARTE DE NUESTRAS VIDAS MEDITANDO EN LOS LABERINTOS DE LO POSIBLE ES CURIOSA LA SENSACIÓN DE ASOMBRO QUE NOS CAUSA LA MUERTE DE UN SOL DE LUZ, DE UN SOL-DADO DEL PENSAMIENTO DE UNA GRAN SOLEDAD HUMANA QUE SUPO ENCAUSAR CON CONSTANCIA Y FORGAR UN CAMINO; POR SU SENDA VAMOS QUIENES AMAMOS EL ARTE Y CIENCIA DEL AJEDREZ Y EN SILENCIO ESPERAMOS UNA SIMULTANEA EN LA ETERNIDAD.